Entre las curiosidades de la compra por internet de los pasajes aéreos por lastminute.com, está que un tramo era en bussines class. Así que de Lima a Guayaquil disfrutamos de comida en vajilla de porcelana, videos y música personalizada, vino, asientos que se convertían en camas, juegos electrónicos, y hasta las azafatas nos llamaban por nuestro apellido.
Guayaquil es una ciudad enorme y caótica. Desde la salida del aeropuerto hay una multitud de personas caminando, vendiendo, bocineando. El malecón es muy bonito, tiene parques monumentos, heladerías, multicine, y todo al lado del gran río Guayas con su barcos y aguas oscuras. Pero se volvió más caótica cuando se le ocurrió al alcalde hacer una cena de navidad, en 12 cuadras de la principal avenida. Jueputa, desgraciado e ignorante, fueron las palabras proferidas por miles de taxistas, automovilistas y transeuntes, dirigidas al burgomaestre. En medio de esa locura, una plaza era todo tranquilidad, las personas, y por supuesto nosotros, se deleitaban observando las iguanas de todo color que caminan despreocupadas entre la gente, recibiendo galletitas en la boca y dejandose acariciar.
La vuelta al aeropuerto fue terrible por la famosa cena, pero llegamos justo para volar a Quito.
La vuelta al aeropuerto fue terrible por la famosa cena, pero llegamos justo para volar a Quito.