Amazonas

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Atardecer desde el barco, río Amazonas

sábado, 15 de enero de 2011

Aguas termales a pies de un volcán

Fuimos a Baños que no son precisamente servicios higiénicos, mingitorios o cosas por el estilo (también fuimos ahí por supuesto pero no es el caso). Baños es una pequeña ciudad superturística a 4 horas de Quito y a los pies del volcán Tungurahua. Es conocida por sus aguas termales medicinales (de ahí su nombre), por sus hermosos paisajes y cascadas y por la temeridad de sus habitantes que viven temblando (literalmente) por los constantes movimientos, rugidos y explosiones de ese volcán.

Llegamos y nos ofrecieron un hotelito frente a la terminal que incluía un paseo de 4 horas a las cascadas en chiva (colorido camión adaptado con asientos y techo, además de música salsa todo el tiempo), todo por 9 dólares por persona.

Salimos en la ruidosa y divertida chiva. Pasamos por una gran represa y usina que genera electricidad para Ecuador y Colombia y llegamos a las primeras cascadas, dos que confluyen en el mismo lugar. Cruzamos sobre ellas en una tarabita, que es una jaula de metal, suspendida sobre el río de un cable a unos 80 metros, y accionada por un pequeño motor. Super. Salimos mojados por el agua de las cascadas, pese a que estábamos muy alto. El costo, un dólar.

Pasamos luego por otras cascadas que caían sobre el camino, como en el antiguo camino a Coroico, otras bastante caudalosas del otro lado del río (las mejores, El pailón del diablo y El manto de la novia). En un puente un numeroso grupo de turistas argentinos, chilenos y gringos se alistaba para saltar en bongi, costo 10 dólares.

Finalmente llegamos, pasando por varios túneles hasta un sendero administrado por la comunidad que baja hasta una cascada donde de puede hacer canopy (atravezar el río con un arnés colgado a un cable), sacar fotos y volver a trepar (en mi caso casi arrastrándome con mi tobillo torcido). Es increible como aprovechan turisticamente estos lugares, miles de visitantes por todo lado, señalización, restaurantes en el camino, hoteles, puntos de información, etc. En Bolivia (los Yungas, el Chapare, el Madidi) tenemos todos esos paisajes y atractivos pero no va ni la cuarta parte de gente.

Al volver a Baños fuimos a las piscinas de aguas termales, abren desde las 6 de la tarde y cuesta 3 dólares. Están, como no podía ser de otra manera, a los pies de una cascada. Hay cuatro piscinas, una recontracaliente, donde hay muchos viejitos con reumatismo y turistas argentinos apostando por quién aguanta más en el agua; una fría (refría) para meterse de rato en rato como parte de la terapia; otra tibia y grande para nadar, pero que solo funciona en el primer turno (de 5 de la mañana a 3 de la tarde), y una mediana y caliente (pero no tanto) donde casi hervimos por quedarnos mucho rato. Fue relajante y supuestamente muy curativa, la verdad mi tobillo quedó mejor ese día. Pasamos tanto rato ahí, que perdimos el paseo en chiva al mirador del volcán, pero como esos días estaba tranquilo, no se vio - según nos contaron - ninguna erupción o rebalse de lava.

La noche en Baños es bastante activa. Fuimos a la discoteca Volcano, donde las gringas borrachas hacían todos los merecimientos para salir en el programa Naked Wild On. Por supuesto decenas de chilenos y argentinos dando vueltas por las calles del centro, tomando vino o cerveza. Previamente fuimos a un kiosko de venta de caña de azucar y sus derivados, y pedimos un sanduche (que no es el emparedado, en Ecuador le dicen sanguche o sanduche), sino un trago de caña con guarapo y jugo de naranjilla, a un costo de 75 centavos en vaso grande. Con tres estás ebrio. Agradecemos el dato a la anciana señora, nativa del lugar, que conocimos en la piscina y nos contó sobre este elixir y las tradiciones de toda la provincia.

Volvimos a Quito al día siguiente, pasando por Pelileo, ciudad dedicada a la elaboración de jeans y Salcedo, dedicada a la producción de helados de colores. También por Ambato, ciudad parecida a Tarija, aunque más grande, y por un lado del volcán Cotopaxi.

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