Amazonas

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Atardecer desde el barco, río Amazonas

lunes, 3 de enero de 2011

Cali pachanguero

Cali es una ciudad moderna, calurosa y ninguna de sus mujeres tiene trasero plano. Eso de que es la ciudad con las mujeres más lindas de Colombia no es un mito urbano, es totalmente cierto. Lo comprobamos en el festival de la salsa, en los centros comerciales, en los buses, en las calles, en todo lado.

Llegamos al hostel en la madrugada, y el recepcionista (se llamaba Alivio, Alipio o Alirio, nunca lo supimos a ciencia cierta) nos hizo esperar hasta las 11 de la mañana, porque no se enteró que nuestra habitación sí estaba reservada. En fin, aprovechamos para ir a desayunar a una de las cientas o miles de panaderías que hay en la ciudad y, creo, en toda Colombia. ¡Que manera de haber panaderías! Comí unos huevos a la benedictina, que son huevos pasados dentro de un pan gordo, delicioso.

Ya en la tarde fuimos al cierre de la Feria de Cali (nos perdimos la noche anterior el concierto internacional por no calcular bien los tiempos de viaje), un festival de salsa con los mejores grupos de la región. Fue en las canchas panaméricanas, donde pusieron tribunas y sillas en un espacio bastante grande, la entrada un paquete de arroz y un dentrífico para los damnificados por las inundaciones. Afuera kioskos con cerveza y comida típica nos tentaron, así que ciomenzamos con las primeras chelitas (a unos Bs. 10) y una bandeja paisa cada uno en oferta (cerdo, res, chorizo, platano, arroz, frijoles, ensalada y palta... para desmayar a cualquiera y a solo Bs. 75.- las tres, una verdadera ganga).

Entramos al festival. A medida que el aguardiente y la cerveza hacían efecto la gente se ponía más eufórica e intentaba pasos de salsa inéditos. Por nuestra parte hicimos lo que pudimos, mezcla de caporal, tinku, salsa y merengue. La gente entretenida y amistosa, jóvenes, adultos y ancianos) le daban intenso a los alcoholes, a nosotros mos resultaba muy caro (una sobaquera de aguardiente a unos 11 dólares), pero le dimos igual. Algunas señoras ya intentaban hacer el tubo - tubo, ante los aplausos y risas de la tribuna.

31 de diciembre. Fuimos a Chipichape, un centro comercial enorme, y al parecer único lugar en toda esta ciudad de casi tres millones de habitantes, donde cambiaban dólares. Ahí si el amuerzo nos salía caro, así que optamos por un ajiaco (sopa) y un pollo entero con plátano y papas ($us. 12.-). Luego nos subimos al MIO, el sistema de buses de la ciudad que con una tarjeta de 1500 pesos, un poco menos de un dolar te permite ir, volver, cambiar de rutas, sin salir de las estaciones (como el metro pero por las calles) y nos fuimos a conocer la ciudad.

Ya llegaba año nuevo, pero eso viene en el siguiente capítulo...

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