Desde Tulcán hasta Otavalo son como 3 horas, el costo 5 dólares en bus. Llegamos en plena tormenta andina, así que decidimos quedarnos a pernoctar en un centrico hotelito a 5 $us. por persona, con baño privado y cable (barato ¿no?). Otavalo es la ciudad símbolo de los quechuas de Ecuador que visten muy diferente a los indígenas bolivianos. Las mujeres llevan faldas largas, hasta el suelo, de color negro con unas franjas blancas y blusas bordadas, las mayores tienen una especie de manta que la envuelven en su cuerpo o en su cabeza. Llevan muchas joyas, destacan los collares que dan muchas vueltas en sus cuellos y sus aretes. Los hombres, desde niños, tienen el pelo largo, muchos de ellos con trenza, esa es la forma de distinguirlos, porque sólo algunos visten ropas típicas (unos pantalones como de tarabuqueños y sombrero).
La ciudad es pequeña y acogedora. Tiene muchas construcciones nuevas, supermercados y tiendas de ropa fashion, nos explicaban que son resultado de las remesas de los otavaleños que viven en España. La diferencia está en su plaza de ponchos que es una feria enorme donde venden artesanias y tejidos de todo color, gusto y precio. Por los alrededores comimos tripas y otras delicias con una especie de pastel de papa y chicharrones.
Al día siguiente, luego de desayunar un caldo de costilla, nos fuimos al parque nacional Cotacachi, primero en bus hasta Quintana por 25 centavos y luego en camioneta (camionetita) por 4 dólares los tres, luego se paga el ingreso a 2 dólares por persona. Llegamos hasta la laguna Cuicocha que está a más de 3000 metros, lo cual sorprendió a una familia de franceses, aunque menos que cuando les contamos que cada uno de nosotros vivía entre 500 y 1000 metros más alto. El paisaje es espectacular, rodeada de montañas casi perpendiculares, en esta caldera de volcán se pueden ver las burbujas que suben con gases volcanicos desde las profundidades. En sus islas habitan cuis, zorros y armadillos, el paseo en lancha cuesta 2,25 $us.
Comenzó nuevamente a llover, así que no pudimos pasear más, como hubieramos deseado, así que emprendimos viaje hacia la playa. Nuestro próximo destino, Atacames.
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