Amazonas

Amazonas
Atardecer desde el barco, río Amazonas

lunes, 16 de enero de 2012

Recuerdos imborrables

Fueron 15 días de recorridos por lugares espectaculares, conociendo culturas, personas, paisajes y naturaleza. Momentos inolvidables como las noches de luna llena navegando el gran Amazonas, viendo como su luz se reflejaba en sus aguas, escuchando la competencia de ruidos entre el motor y la selva; como las largas caminatas por las calles urbanas y los senderos selváticos; las largas charlas con viajeros de todas partes y los habitantes de cada ciudad o pueblo visitado; los grandes peces, los manatíes, las anacondas, los delfines de ríos, los monos, los tejones, las mariposas, los bichos raros, la infinidad de animales que vimos pasar o que pudimos apreciar; por supuesto la compañía de Danilo y Su, con quienes compartimos todo esto.

Micky.

domingo, 15 de enero de 2012

El retorno, Rio Branco y Cobija

Hay dos líneas de bus que van al aeropuerto de Manaus, 306 y 418, la primera cobra 2,75 reales (cada hora) y la segunda 4,25 (cada 15 minutos), la diferencia además del horario y el precio es que la 418 son micros pequeños, entonces es más difícil viajar con equipaje la hora de recorrido desde el centro a la terminal aérea. El aeropuerto está siendo remodelado para el mundial, es muy moderno y cómodo. Salí hacia Rio Branco con escala en Porto Velho, a las 7 de la noche y llegué a mi destino a las 10:30. La sorpresa fue que el costo del taxi a la ciudad era de 90 reales (142 Bs.) para un recorrido de no más de 7 Km. así que esperé no mas el último bus que me dejó en la terminal terrestre, pensaba pasar a noche ahí para tomar los taxis a Brasilea, en la frontera con Bolivia a las 5 de la mañana, pero no lo hice porque es un espacio abierto, como una gran gasolinera, donde - según la gente del bus - abundan ladrones y es peligroso, así que tomé una habitación en un hotel al frente a 40 reales, el jabón y el papel higiénico te lo cobran aparte.

Dio la casualidad de que mientras me registraba también lo hacía un conductor de taxi que al día siguiente partiría temprano hacia la frontera, así que acordamos salir juntos para esperar más pasajeros y salir temprano, puesto que mi vuelo de retorno a La Paz salía a las 11 de la mañana y tenía el tiempo justo.

Rio Branco, por lo poco que pude ver, es una ciudad muy ordenada y con lugares muy bonitos como el puente sobre el río Acre, la calzada que bordea el río y la plaza principal.

Salimos a las 6:00 y por suerte ya habían personas esperando en la terminal, así que no costó mucho tiempo que se llenará el taxi, el costo por persona es de 40 reales. Son dos horas y media por una carretera que cruza por colinas verdes con árboles altísimos y algunos pequeños pueblos, hasta llegar a Epitaciolandia (ciudad conurbana con Brasilea), donde está el puente internacional y las oficinas de migración. Me sorprendí nuevamente por la cantidad de haitianos que vi en las calles de Brasilea, me contaron que son como 4 mil que también están varados en esta frontera a la espera de su carta para internarse a Brasil y tratar de llegar a Guyana Francesa. La diferencia con Tabatinga es que aquí el gobierno del Estado de Acre les brinda refugio y alimentación.

Pese a la amenaza de lluvía, y como tenía un poco de tiempo para llegar al aeropuerto, me fui desde el puente en mototaxi hasta el centro de Cobija, ciudad que creció mucho desde la última vez que estuve allá, con un movimiento comercial muy importante, galerías comerciales, restaurantes y bares llenos de brasileños que aprovechan los precios de electrodomésticos, aparatos electrónicos, ropa y comida, notoriamente menores a los de su país. No desaproveché la oportunidad de comer unas deliciosas salteñas (empanadas tradicionales bolivianas de carne o pollo) que ya estaba extrañando.

La lluvia y el calor despidieron mi larga visita a la hermosa amazonía, al despegar pude ver una vez más la verde inmensidad de la selva y las llanuras y los enormes ríos que la atraviesan, en contraste con mi ciudad rodeada de montañas nevadas a la que llegué una hora después.

jueves, 12 de enero de 2012

Manaus

Brasil es caro, sobre todo para nosotros bolivianos acostumbrados a precios muy por debajo de la media de nuestros vecinos. Salimos del puerto a buscar hostel y nos fue imposible tomar siquiera bus por el susto que nos llevamos con el precio. Cuesta 15 Bs. el micro, es decir más de dos dólares, de taxi ni hablar. Así que caminamos por la ciudad atestada de gente y de mercadería, calles peatonales llenas de ropa, zapatos y mochilas a la venta, entre otras cosas. En medio están los lonches, es decir kioskos de comida rápida a unos 25 Bs. la hambuguesa con queso.

Nos alojamos en el hostel Natureba, a 45 reales la triple, una verdadera ganga. Allí con un grupo de argentinos, chilenos y brasileros, organizamos una farrillada, con cachaça, carne y pescado a la parrilla. Una delicia, además que pasamos la noche contandonos nuestras aventuras selváticas y otras anécdotas viajeras. El resto de los días vivimos a pan y agua, bueno no tanto porque un día nos dimos el lujo de ir a un rodizio de pizzas, y nos atragantamos con una variedad indescriptible de masa, queso, carnes y hasta chocolates y galletas oreo (20 reales el chiste).

Manaus es una ciudad diferente, grande, humeda y calurosa, con playas y monumentos históricos, con un tráfico caótico por el centro, pero muy ordenado más allá. Es imperdible la visita al Teatro Amazonas, una verdadero construcción europea en medio de la selva, con sus pinturas, sillas frnacesas, pilares escoceses, todo gracias a la época de oro de la borracha (goma, caucho en portugués, jejeje), cuando los barones del caucho estaban entre las personas más ricas del mundo. La arquitectura del centro es muy linda. Saliendo en bus más allá del centro está el bosque das ciencias, donde se puede ver a los manatíes, a los lobos de río, enormes yacarés (cocodrilos), tortugas, y pasear por una via elevada a la altura de las copas de los árboles.

Por ese sector la ciudad es muy moderna, el shopping Manauraba es increible, todo el diseño está basado en el encuentro de las aguas del Amazonas y el río Negro, la selva y la fauna del lugar. Hay muchas contrucciones nuevas, grandes salones de convenciones, hoteles y centros comerciales.

Manaus también será sede del la Copa del Mundo de 2014, lo cual obviamente llena de orgullo a sus casi 3 millones de habitantes. El nuevo estadio tiene un diseño espectacular, pero falta aún mucho por construir, mientras las obras de infraestructura vial, hotelera y aeroportuaria están ya siendo inauguradas.

El último día nos fuimos a la playa de Ponta Negra, donde la fiebre de contrucción tambiién llegó. Un moderno teatro al aire libre, una calzada peatonal con fuentes y jardines pérmiten ver desde balcones artificiales el río, la nueva playa (barcos descargan toneladas de arena blanca para ganar espacio a las aguas y tener una playa como de mar. Tomamos un baño en la agus tibias del río, una cuantas cervezas y listo, me tocó salir rápidamente para ir al aeropuerto para lols que sería la última escala del viaje, Río Branco, Brasil y Cobija, Bolivia.

miércoles, 11 de enero de 2012

Navegando el Amazonas II

Segundo día: desperté por un movimiento inusual en el barco, tardé un poco en darme cuenta que un ejercito de personas había subido en el puerto donde estábamos y trataba de colgar sus propias hamacas entre las nuestras. Si ya estábamos hacinados, ahora llegabamos a niveles carcelarios de prisiones latinoamericanas. Todo se convirtó en una maraña de telas, cuerdas y cuerpos. En el proceso de recostarte te podías encontar con un rostro, un pie descalzo, una espalda, una cadera y un bolsón de cinco personas diferentes. Una locura. Por su puesto las colas para recibir la ración diaria de alimentos se duplicaron, y la terraza bar también fue ocupada por viajeros. Sorprende la cantidad de niños que corren desprecoupados por los pocos espacios que quedan.

Por lo demás el río es maravilloso y no deja de sorprender lo grande que es, a ratos es difícil ver la otra orilla, casi no se ven pueblos o casas, sólo algun caserío posiblemente indígena, cada tres o cuatro horas, alguna canoa y nada más, solo el verde de la selva y el marrón de las aguas.

Tercer día: Ahora ya se ve más movimiento de barcos y ganado en las orillas, también encontramos más pueblos que vemos pasar, porque aparentemente nunca nos dejarán bajar. También nos enteramos de la existencia de una mesa en la segunda cubierta para los pasajeros que no tienen plato, allí se sirve tipo buffet a grupos de 14 personas. Menos mal, porque nuestros recipiebtes ya hacían aguas. El menú: feijoada, arroz, fideo y ensalada a diario, lo que varía es la carne que puede ser de pollo (frango) o pescado (peixe). Tampoco varía la cara de pocos amigos de la cocinera. A estas alturas ya confraternizamos en portuñol con nuestros vecinos de hamaca, los habitues del bar y un par de turistas gringos.

El eveno más importante fue el avistamiento de tres delfines de río que nos siguieron unos 10 minutos. Los viajeros, sobre todo los niños, festejaban como si fuera un gol de Brasil en la final del mundial.

Cuarto día: nos habían dicho que llegaríamos a las 6 de la tarde de este cuarto día, pero como el barco no paró practicamente nunca, nos adelantamos. Así que llegaríamos a las 2. Se notaba la cercanía de la gran ciudad, por la cantidad de barcos que surcaban el río, el número cada vez mayor de pueblos y pequeñas ciudades y los enormes depositos de combustible de Petrobras.

Luego del almuerzo todos nos dedicamos a desmontar el circo. Maletas con ruedas, mochilas, hamacas enrolladas, cuerdas y bolsones de colores ahora copaban todo el piso del barco. A la 1 de la tarde cruzamos el encuentro de las aguas. donde se juntan el río Amazonas color café y el río Negro, paradojicamente color azul, notoriamentente separados por varios kilómetros. Luego vimos los embarcaderos, fabricas, edificios, puentes y casas de la ciudad de Manaus, nuetro destino, por ahora.

martes, 10 de enero de 2012

Nevagando el Amazonas

A las 10:30 llegamos al puerto de Tabatinga, un gran movimiento de motos, carga, pasajeros, cargadores alrededor del barco de tres pisos Bandeirantes II que nos alojaría los siguientes 4 días.

Dia 1. Subimos al barco y vimos con horror que la cubierta superior ya estaba llena de hamacas colgadas y de gente con cara de pocos amigos, si es que te acercabas con intenciones de hacerte un campito. Así que no quedó otra que acomodar nuestras hamacas, con nudos que aún recordaba de mis lejanas épocas de scout naval, en la cubierta inferior, donde suena el motor como trueno, día y noche, menos mal que encontramos espacio del otro lado. Partimos al medio día, nos despedimos de familiares y amigos (de otros), mientras personeros de la guardia federal subían a bordo para realizar una completa revisión del equipaje. La revisión duró hasta que llegamos al puerto de Banjamin Constant, donde un gran grupo de gente subió al barco a acomodar sus hamacas entre las nuestras, arriba, abajo, donde entraran. Bueno, ni que hacer, además sólo hablaban portugués y obviamente nadie nos entendía.

Así que decidimos pasar la mayor parte del tiempo en la terraza, donde podías comprar cerveza, refrescos o sadwiches. Un númeroso grupo de adolescentes ya estaba instalado allí y departían alrededor de unas botellas de cachaça y latas de cerveza, algunos adultos los miraban con envidia (nosotros entre ellos), mientrás el sol empezaba a descender y el enorme río cambiaba de color del marrón habitual a un azul intenso que contrastaba con la pared verde de las orillas.

A la hora de la cena (17:00) bajamos felices para recibir nuestra ración, nos enteramos que debíamos tener plato y cuchara para recibirla. Tuvimos que usar no mas la creatividad y adaptar el porta sadwiches y galletas para recibir la sopa de fideo!

Comimos como conscriptos, por el hambre y la forma, y nos fuimos a ver nuestro primer atardecer en el barco. Tomamos unas cervezas, jugamos UNO y a la hamaca. Pese a la incomodidad y la falta de habilidades para dormir en una tela colgada, dormí como un tronco hasta el amanecer.

lunes, 9 de enero de 2012

Leticia y Tabatinga

En realidad Leticia y Tabatinga son una sola ciudad, separadas apenas por una avenida, es más en plena línea fronteriza (la jardinera de la avenida) sólo hay unos conos en el lado colombiano que nos indican que ya estamos en otro país. Pero entre uno y otro lado la diferencia es muy grande, parecen el barrio rico y el barrio pobre. Leticia es más limpia, ordenada y moderna, con sus centros comerciales, tiendas de ropa, agencias de viajes y turismo, hoteles, restaurantes, etc. En cambio en Tabatinga la cosa es más de mercado, con kioskos de comida, casas más modestas, mucho comercio callejero.

Como perdimos la conexión en el barco, nos quedamos dos días más en estas ciudades, y aprovechamos para ir al parque temático de Mundo Amazónico, que está a unos 15 minutos en motocar desde el centro de Leticia. Es un espacio donde uno puede apreciar diferentes plantas, flores de aromas increibles, árboles medicinales, frutos silvestres, burundangas y otras vainas. Incluye un amplio relato de los trastornos producidos por las plantas alucinógenas. También se puede interactuar con una serie de animalitos que están al cuidado de los propietarios, unos monos, un tejón y otros bichos raros (los animales, no los propietarios). También pudimos usar el arco, la flecha y la servatana como lo hacen los indígena-originarios de la amazonía, y nos pusimos las coronas de plumas.

El chiste nos costó 20.000 pesos colombianos, o sea 20 reales, o sea 72 bolivianos, o sea casi 11 dólares. Caro, pero valió la pena. Además así nos fuimos acostumbrando a los elevadísimos precios del Brasil. Luego nos fuimos por una deliciosa bandeja paisa, para recordar que estábamos en Colombia y así degustar su rica gastronomía. Por cierto aquí se usa indistintamente los reales y los pesos colombianos, pagas en una moneda y te dan cambio en otra, o mezclado, nadie se hace lío. Lo que si no aceptan mucho son soles peruanos.

El pásaje en la lancha rápida desde Iquitos nos costó 70 dólares y el pasaje en el barco SM Bandeirantes II para llegar a Manaus otros 70. Buena parte de nuestra platita se fue allí, así que los próximos capítulos narraran seguramente nuestra amazónica mendicidad. Nos fuimos finalmente por algunas proviciones para el viaje y a esperar la salida...

miércoles, 4 de enero de 2012

La triple frontera y el drama haitiano

Viajamos durante 10 horas navegando el gigantesco río Amazonas desde Iquitos hasta Santa Rosa, frontera peruana con Colombia y Brasil. Lo hicimos en una lancha rápida que saltaba por las aguas a veces muy encrespadas del mayor río del mundo, el viaje trascurrió incluso con una verdadera tormenta tropical que evidenció la precariedad del barco, ya que rápidamente el agua empezó a ingresar por arriba y los costados, dejando a más de uno muy mojado.

A ratos el río se ensancha varios kilómetros y apenas se puede distinguir la orilla contraria. A ratos se divide en brazos y el ancho es más o menos el del estrecho de Tiquina en el lago Titicaca. De vez en cuando se ven aldeas indígenas o pequeñas poblaciones cuyos habitantes miran nuestro paso.

Santa Rosa es un pequeño pueblo con casas suspendidas en palos en previsión de las crecidas del río. Llegamos e inmediatamente nos ofrecieron lanchas para cruzar a Leticia, Colombia, o Tabatinga, Brasil. Fuimos a hacer migración y nos encontramos nuevamente con una decena de haitianos, entre ellos un grupo que había salido con nosotros en el mismo vuelo desde Lima a Iquitos, recordé que en la mañana una lancha llena de ellos salió minutos antes que nosotros.

Ya en Tabatinga la cantidad de hombres y mujeres de Haití era muy notoria, por el puerto, las calles, bajo la sombra de los árboles... Fuimos comprendiendo el tremendo drama de esta personas que perdieron todo en el terremoto y otros desastres naturales, incluyendo a sus familias. Ellas y ellos salen de Puerto Principe hacia Lima o Quito y de ahí hasta Iquitos para llegar a Tabatinga para intentar recibir una carta del gobierno brasileño para poder llegar a Manaus y si todo va bien a su sueño dorado, la Guyana Francesa, donde hablan su idioma y ganan en euros. Pero no lo logran, varios están varados meses en esta ciudad polvorienta y extremadamente caliente. La mayoría ha sido víctima de los traficantes y de ladrones durante todo el trayecto, por lo que no tienen a estas alturas nada para sobrevivir, excepto los que pueden turnarse para cargar camiones o vender periódicos (si es que ya saben algo de portugués), el resto solo esperar horas, días, semanas la ansiada carta. La iglesia católica habilitó algunos albergues y les proporciona algo de comida, pero no alcanza. Mientras en cada calle iglesias evangélicas compiten con su música, sus tremendas infraestructuras y sus alabanzas proclamando el retorno de Cristo y la bondad de sus feligreses, mientras en la esquina una niña haitiana ofrece sus servicios sexuales para por lo menos ese día, comer.

Estaremos un par de días aquí porque no alcanzamos al barco que nos tenía que llevar a Manaus, ya les iré contando lo que viene.