Amazonas

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Atardecer desde el barco, río Amazonas

martes, 10 de enero de 2012

Nevagando el Amazonas

A las 10:30 llegamos al puerto de Tabatinga, un gran movimiento de motos, carga, pasajeros, cargadores alrededor del barco de tres pisos Bandeirantes II que nos alojaría los siguientes 4 días.

Dia 1. Subimos al barco y vimos con horror que la cubierta superior ya estaba llena de hamacas colgadas y de gente con cara de pocos amigos, si es que te acercabas con intenciones de hacerte un campito. Así que no quedó otra que acomodar nuestras hamacas, con nudos que aún recordaba de mis lejanas épocas de scout naval, en la cubierta inferior, donde suena el motor como trueno, día y noche, menos mal que encontramos espacio del otro lado. Partimos al medio día, nos despedimos de familiares y amigos (de otros), mientras personeros de la guardia federal subían a bordo para realizar una completa revisión del equipaje. La revisión duró hasta que llegamos al puerto de Banjamin Constant, donde un gran grupo de gente subió al barco a acomodar sus hamacas entre las nuestras, arriba, abajo, donde entraran. Bueno, ni que hacer, además sólo hablaban portugués y obviamente nadie nos entendía.

Así que decidimos pasar la mayor parte del tiempo en la terraza, donde podías comprar cerveza, refrescos o sadwiches. Un númeroso grupo de adolescentes ya estaba instalado allí y departían alrededor de unas botellas de cachaça y latas de cerveza, algunos adultos los miraban con envidia (nosotros entre ellos), mientrás el sol empezaba a descender y el enorme río cambiaba de color del marrón habitual a un azul intenso que contrastaba con la pared verde de las orillas.

A la hora de la cena (17:00) bajamos felices para recibir nuestra ración, nos enteramos que debíamos tener plato y cuchara para recibirla. Tuvimos que usar no mas la creatividad y adaptar el porta sadwiches y galletas para recibir la sopa de fideo!

Comimos como conscriptos, por el hambre y la forma, y nos fuimos a ver nuestro primer atardecer en el barco. Tomamos unas cervezas, jugamos UNO y a la hamaca. Pese a la incomodidad y la falta de habilidades para dormir en una tela colgada, dormí como un tronco hasta el amanecer.

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